Rosa P Gonzalez

With heavy hearts and endless love, we share the passing of Rosa Gonzalez, who entered eternalrest on August 28, 2025, at the age of 78, surrounded by her loving family. Rosa was born on December 17, 1946, in Huejuquilla, Jalisco, Mexico, and later made her home in San Jose,California, where she built a life rooted in love, family, and faith. Rosa was the beloved daughter of Saturnina and Pedro, and the proud mother of Lorena, Julian Jr., Erika, and Myra. She was also a devoted grandmother to Alexander, Ylianna, Julian III, Marissa, Jonathan, and Raziel. Those who knew Rosa will always remember her not only for her kindness and joy, but also for her remarkable strength. Throughout her life, she faced many obstacles, but she never gave up.,With courage and faith, she overcame every challenge that came her way. She loved her family deeply, and her strength was fueled by the knowledge that she had her “village” of family to support her, always by her side in both her struggles and her triumphs. In her daily life, Rosa found happiness in the simple joys that reflected her heart and creativity. She loved her novelas, enjoyed crossword puzzles, and took pride in cooking meals for her family, filling her home with warmth and flavor. With patience and care, she also created beautiful table covers, bed comforters, and crochet ‘tabetes’ for photos and furniture -each piece stitched with love, leaving behind treasures that will forever carry her memory Today, Rosa rests peacefully in heaven, joyfully reunited with her cherished daughter Myra. The thought of mother and daughter embracing once again in God’s eternal presence brings comfort to her family. Together, they now walk in the light of heaven, free from pain and sorrow, watching over their loved ones with gentle care and unending love. For those who remain, there is peace in knowing that two angels Rosa and Myra -are forever by their side. For her family, every butterfly will now be a reminder of Rosa’s gentle spirit, her strength, and the beauty she shared with the world. Though she is no longer with us in body, we find peace in knowing she was welcomed into heaven with open arms

Con profundo dolor y con infinito amor compartimos el fallecimiento de Rosa González, quien partió a la eternidad el 28 de agosto de 2025, a la edad de 78 años, rodeada de su querida familia. Rosa nació el 17 de diciembre de 1946 en Huejuquilla, Jalisco, México, siendo más tarde su hogar en San José, California, donde construyó una vida basada en amor, familia y fe. Rosa fue la amada hija de Saturnina y Pedro, y la orgullosa madre de Lorena, Julián Jr., Erika y Myra. También fue una abuelita dedicada y amorosa de Alexander, Ylianna, Julián III, Marissa, Jonathan y Raziel. Quienes conocieron a Rosa la recordarán no sólo por su bondad y alegría, sino también por su fortaleza admirable. A lo largo de su vida enfrentó muchos obstáculos, pero nunca se rindió. Con fe y valentía superó cada desafío que la vida le presentó. Amaba profundamente a su familia y su fuerza se alimentaba de la certeza de contar siempre con su “aldea” de seres queridos que la apoyaban en sus luchas y celebraban sus triunfos.En su vida diaria, Rosa encontraba felicidad en las cosas sencillas que reflejaban su corazón y creatividad. Disfrutaba de sus novelas, de resolver crucigramas y se sentía orgullosa de cocinar para su familia, llenando su hogar de sabor y calidez. Con paciencia y cariño también creó hermosos manteles, cobijas y tapetes de crochet, cada pieza tejida con amor, dejando tesoros que por siempre guardarán su recuerdo.Hoy, Rosa descansa en paz en el cielo, gozando del reencuentro con su querida hija Myra. El pensamiento de madre e hija abrazándose de nuevo en la presencia eterna de Dios brinda consuelo a su familia. Juntas caminan ahora en la luz del cielo, libres de dolor y sufrimiento, velando con ternura y amor eterno por sus seres queridos. Para quienes permanecen aquí, hay paz al saber que dos ángeles—Rosa y Myra—están por siempre a su lado. Para su familia, cada mariposa será un recordatorio del espíritu tierno de Rosa, de su fortaleza y de la belleza que compartió en vida. Aunque ya no esté físicamente entre nosotros encontramos paz al saber que Dios la recibió con los brazos abiertos.